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rybak z Daru Młodzieży

me llamo.....

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Gość eeeeeeeeeeeeetammmmmmmmm
blebleblebleeeeeeeeblebleeeebleblebeblebleeeeeeeeeeeeeeeeeee :D

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i tak to rybak dał upust swoim pragnieniom a może nowa wędkę zarzucił ;) albo co gorsza sieć!

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Gość rybak to pucio
:D:D:D

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Gość eeeeeeeeeeeeetammmmmmmmm
HOLA TE VEZ BIEN SOY MANABA Y TE VEZ BIEN OYE CONTATATE CONMIGO SOY DE PORTOVIEJO MI NONBRE ES GABRIELA MACIAS PERO ESTUDIO EN MANTA SI ME CONOCES NO TE ARRENPETIRAS CHAO 🖐️

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Gość eeeeeeeeeeeeetammmmmmmmm
ola papi que tal esta e visto tu foto y estas divino me gustaria conocerte este es mi correo ...@hotmail.com. si me conoces no te arrepentiras soy manaba de manta pero ahora resido en madrid, soy una chica encantadora. :P

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Gość eeeeeeeeeeeeetammmmmmmmm
La construcción de "Me llamo Rigoberta Menchú" David Stoll Nódulo Materialista. Espańa ŤParís les sirve de caja de resonancia. Todo lo que se hace en París alcanza una repercusión mundial.ť -Elisabeth Burgos-Debray, Me llamo Rigoberta Menchú, pág. 15 (ed. Arcoiris).- En enero de 1982 Rigoberta salió a su primera gira por Europa, como representante del Frente Popular 31 de Enero. Su primera parada fue París, donde contó la historia que se convirtió en Me llamo Rigoberta Menchú. Estaba bien y mal preparada para la labor que se puede colegir del mismo libro. Estaba poco preparada ya que, a pesar de lo rápido que absorbía el léxico revolucionario, su experiencia política era escasa. Estaba bien preparada ya que las monjas católicas la habían distanciado de la vida rural de un modo que es difícil alcanzar sin escolarización. Aún estando lo bastante cerca de sus orígenes como para hablar de ellos elocuentemente, se encontraba en el umbral entre el analfabetismo de la sociedad campesina y el mundo más amplio abierto por la escolarización. Desde ese umbral, podía retroceder al pasado y recrearlo para los extranjeros que labrarían su futuro. A pesar de que la experiencia escolar de Rigoberta le privó la libertad de hacerse activista del CUC antes de su huida del país en 1980, la colocó en la cresta de la ola revolucionaria de esa época, y no sólo en Guatemala. Su educación católica la sitúa entre los estudiantes que eran un componente fundamental para las organizaciones guerrilleras latinoamericanas. Sin embargo, si la escolarización fue una experiencia central para Rigoberta, si su familia la valoraba, y si ésta le ayudó a hablar en nombre de su pueblo, żpor qué negarla? La pregunta más básica es: żpor qué transformó tantos aspectos de su experiencia? Se puede encontrar una pista en el estilo lleno de acción de su historia. La narradora de Me llamo Rigoberta Menchú pasa hasta ocho meses del ańo trabajando en las fincas, además de un difícil periodo como criada en la Ciudad de Guatemala. Sin embargo, le sobra tiempo para interludios felices de infancia en una aldea del altiplano. Acompańa a su padre en sus peregrinajes al INTA, después se hace catequista, ayuda a defender su aldea contra el ejército y se convierte en organizadora itinerante del Comité de Unidad Campesina. Ella nos dice que ésta fue la última vez que vio a su familia, hasta que se incorpora a una repentina reunión familiar para presenciar la muerte de Petrocinio. La historia incluye tantas experiencias que Rigoberta siempre parece estar corriendo de un compromiso a otro, como si estuviera narrando una vida demasiado ajetreada para una sola persona. O como si estuviera tratando de ser más representativa de su pueblo que lo que nadie podría llegar a ser. żPero es Me llamo Rigoberta Menchú su verdadera voz? Puesto que sus historias grabadas fueron editadas por la antropóloga Elisabeth Burgos-Debray, żes posible que fueran gravemente distorsionadas? Da la impresión que Rigoberta quiso confirmar exactamente eso cuando en diciembre de 1997 le dijo a un periodista que el libro era de Elisabeth, y no suyo. ŤNo me pertenece ni moralmente ni políticamente ni económicamente. Yo lo he respetado mucho porque jugó un inmenso papel para Guatemala. Pero yo no tuve derecho de decir si el texto me gustaba o no, si era fiel a los datos de mi vida. Ahora mi vida es mía, por lo tanto creo que ya es oportuno decirlo, que no es mi libro... Pienso que todos aquellos que tengan sus dudas sobre la obra deben acudir a ella, porque incluso, legalmente, yo no tengo derechos de autor ni regalías ni nada de esoť.{1} Son acusaciones serias. Debemos preguntarnos, żquién es Elisabeth Burgos-Debray, cuál fue su papel en la creación de Me llamo Rigoberta Menchú y de quién es la historia? Una semana con Elisabeth Burgos-Debray Cuando Rigoberta llegó por primera vez a Europa en enero de 1982 no era una figura pública. En su pueblo fue una estudiante, y en San Cristóbal, una vivaz refugiada. Ahora tenía la tarea de representar al movimiento revolucionario ante los grupos de solidaridad. Estaba acompańada por un sindicalista llamado Mazariegos que, según sus propias palabras, era el que más hablaba.{2} Al principio de la gira, en París, alguien tuvo la ocurrencia de presentársela a Elisabeth Burgos. La mujer que convertiría las historias de Rigoberta en un libro era una vieja amiga de la guerrilla guatemalteca. Procedente de una familia de clase alta venezolana, Elisabeth era conocida como la esposa del hombre de letras francés más aventurero, el filósofo Régis Debray.{3} Al igual que su también notorio mentor, Louis Althusser, el joven y apuesto Régis había alcanzado la cresta del marxismo de los 60, convirtiéndose en una figura intelectual mundial. Su trabajo más conocido, żRevolución en la Revolución? promovió la teoría cubana de la lucha armada para liberar a América Latina del imperialismo norteamericano. A causa de su famoso esposo, los escépticos han menospreciado a Elisabeth como una izquierdista de la alta sociedad. Pero ella misma era exiliada política, con una larga historia de activismo que se remontaba a su juventud en Venezuela bajo el dictador Pérez Jiménez. Durante las manifestaciones que llevaron a su caída en 1958, Elisabeth se afilió al Partido Comunista. Cinco ańos después, cuando los comunistas venezolanos libraban una guerrilla -de moda ideológicamente, y también autodestructiva- contra un gobierno electo, Elisabeth conoció a Régis durante uno de sus viajes como reportero. Cuando la policía descubrió sus relaciones con la guerrilla, escaparon del país, viajaron por Colombia y Ecuador, fueron arrestados en Perú, deportados a Chile, y terminaron en Bolivia, donde Elisabeth se quedó trabajando para el gobierno hasta que fue derrocado por un golpe de estado. Luego de ser arrestada de nuevo, esta vez en Venezuela, cuando trataba de visitar a su familia, se reunió con Régis en Francia. En 1966 la pareja fue a La Habana para la Conferencia Tricontinental, una asamblea internacional de latinoamericanos, africanos y asiáticos, que lanzó una declaración de guerra revolucionaria en todo el Tercer Mundo. Invitados por los cubanos a quedarse, Elisabeth y Régis recibieron entrenamiento militar. La idea era unirse al Che Guevara en un lugar secreto, donde, con una pequeńa banda de revolucionarios, desencadenarían Ťdos, tres o muchos Vietnamť. El lugar resultó ser Bolivia, donde el Che estuvo a punto de convertirse en el Cristo de la izquierda latinoamericana. Mientras que él y su columna estaban atrapados por el ejército boliviano y sus asesores estadounidenses, Régis cayó en manos del ejército. Poco después el Che estaba muerto y Régis era sentenciado a treinta ańos de prisión. A fin de tener derecho a visitarlo, Elisabeth se casó con él entre las rejas, y durante los siguientes tres ańos dirigió la campańa internacional que logró su libertad. Con su instinto para la historia, Elisabeth siguió la revolución hasta Chile, para una lección acerca de las limitaciones del cambio democrático. Había sido electo presidente un marxista llamado Salvador Allende que, a la cabeza de una coalición de la izquierda chilena, juró construir el socialismo democráticamente. Elisabeth figuraba entre los miles de militantes extranjeros que llegaron a ayudar. Una de las presuposiciones para el experimento de Allende era la tradición constitucional de los militares chilenos. Presumiblemente, los militares no lo destituirían. Tal y como resultó, Allende murió en los escombros del palacio presidencial. Afortunadamente para Elisabeth, su amplia experiencia en golpes militares la convencieron de irse justo antes de la llegada de la contrarrevolución apoyada por la CIA que cobró las vidas de tantos jóvenes de izquierdas como ella. A lo largo de quince ańos, la vida de Elisabeth había personificado las aspiraciones, estrategias y derrotas de la izquierda latinoamericana. El destino de Allende sugiere por qué era difícil concebir una alternativa. En cuanto la izquierda empezaba a competir con éxito en la arena democrática, era reprimida por el ejército local y sus aliados norteamericanos. żQuizás la lucha armada era el único modo de avanzar? Es por ello que Elisabeth y Régis estaban lejos de ser renegados, especialmente en la Europa social demócrata. A principios de los 80, Régis era asesor de política exterior de su amigo el Presidente François Miterrand. A pesar de seguir manteniendo buenas relaciones con los líderes guerrilleros, había rechazado las teorías del Che por impracticables. En lugar de promover nuevas guerras de liberación, estaba tratando de guiar a la guerrilla de El Salvador hacia un acuerdo negociado y la social democracia.{4} Al igual que otros marxistas, Régis consideraba que la clase social era una categoría más fundamental que la etnicidad. Obviamente, los grupos indígenas tenían que ser integrados a los movimientos revolucionarios, pero no se podía esperar de ellos que adoptaran un rol de vanguardia, al menos no sin un liderazgo considerable por parte de otros sectores de la sociedad. Siendo poco lo existente en cuestión de organizaciones políticas indígenas, los marxistas no habían realizado grandes esfuerzos para tomarlos en cuanta. En comparación con su esposo, Elisabeth se interesaba más por los pueblos indígenas y defendía su importancia, como quedó subrayado por la incapacidad del Che de comunicarse con los campesinos entre los que trataba de implantar su última columna guerrillera. Por enero de 1982 los mayas de Guatemala estaban en el centro de la revolución centroamericana, y Elisabeth se vio en una posición estratégica para ayudarlos. Elisabeth estaba viviendo en París, criando a su hija y escribiendo una tesis doctoral, cuando le pidieron que entrevistara a una joven refugiada maya. Ella ya había organizado un acto de solidaridad con Guatemala en la Casa de América Latina del estado francés. Sus vínculos con el país se remontaban a Cuba en los 60, donde había hecho amistad con guatemaltecos que recibían entrenamiento militar para liberar su patria. Entre ellos había algunos que darían sus vidas, incluyendo a Luis Turcios Lima, el teniente del ejército que se hizo comandante, y al poeta Otto René Castillo. Otros amigos de Cuba sobrevivieron hasta la actualidad, incluidos Ricardo Ramírez (Rolando Morán), el futuro fundador del Ejército Guerrillero de los Pobres, y su compańera de muchos ańos, la antropóloga Aura Marina Arriola, con la que Elisabeth colaboró para establecer estructuras de solidaridad.{5} Rigoberta pasó una semana con Elisabeth en su apartamento parisino. ŤLo que me sorprendió a primera vista fue su sonrisa franca y casi infantil. Su cara redonda tenía forma de luna llena. Su mirada franca era la de un nińo, con labios siempre dispuestos a sonreír. Despedía una asombrosa juventud. Más tarde pude darme cuenta de que aquel aire de juventud se empańaba de repente, cuando le tocaba hablar de los acontecimientos dramáticos acaecidos a su familiať. Siguiendo un paradigma antropológico, Elisabeth elaboró primero Ťun esquema rápido, estableciendo un hilo conductor cronológico: infancia, adolescencia, familia, compromiso con la luchať, antes de encender la grabadora.{6} Pero las historias de Rigoberta fluían con tanta libertad que dominaron todo el proceso y Elisabeth tuvo que hacer pocas preguntas. Al final, las grabaciones se prolongaron hasta dieciocho horas y media. Después de la partida de Rigoberta, Elisabeth transcribió las cintas en un manuscrito de casi quinientas páginas; readaptó el material para mantener el orden cronológico, lo dividió en capítulos; omitió sus propias preguntas; y convirtió el material en un monólogo, como si fuera una narración continua. Elementos inconexos en el testimonio de Rigoberta han suscitado acusaciones en contra de su editora. Algunos sospechan que Elisabeth fue la responsable de introducir errores en la historia, es decir, de intervenir demasiado en ella. Otros la critican por no haber intervenido suficiente, es decir, por no arreglar las inconsistencias que resultan evidentes para un lector atento. Desde un punto de vista académico, basar un libro en una relación de una semana y doce cassettes era algo precipitado. Tampoco hubo suficiente revisión de hechos (en la primera página identifica Uspantán como cabecera del departamento de El Quiché). Pero hubiera sido imposible verificar las historia de Rigoberta con otros sobrevivientes. En 1982 muchos seguían ocultos y otros podían morir por el mero hecho de hablar con un investigador. Dada la urgencia de hacer un llamado a la opinión internacional, resulta difícil culpar a Elisabeth por publicarlo tan pronto como pudo. żQuién es la autora de Me llamo Rigoberta Menchú? ŤNo es la historia de su vida, no es su autobiografía, no encaja con su tipo de persona. Uno pronto se da cuenta de que ella es una persona muy estudiada, que no tiene sólo hasta el tercer ańo, que habla muy bien el castellano, mejor que si lo hubiera aprendido como dice que lo aprendió. Pero el libro representa la vida de otras personas, aunque no la suya. Muchas personas tienen una vida así.ť -Norteamericano que trabajó en El Quiché antes de la violencia, 1992. Recientemente la autoría de los testimonios orales como Me llamo Rigoberta Menchú son tema de debate. Ahora que los pueblos nativos insisten en la igualdad, no están tan dispuestos a permitir que sus palabras sean difundidas por extranjeros. Esto incluye a los antropólogos, acostumbrados a hablar y publicar en su nombre. En mi propio caso, he sacado provecho de veinticuatro ańos de estudios, incluyendo generosos aportes a mis investigaciones, y puedo comunicar con algunos de los medios de información más influyentes del mundo. El prototipo de persona que yo suelo entrevistar tiene pocos ańos de escolarización, le cuesta descifrar un periódico y a duras penas puede escribir una nota sencilla. Esto es todo un desequilibrio de fuerzas. A medida que más personas indígenas aprenden a leer lo que se publica acerca de ellos, crecen sus críticas sobre lo que consideran incorrecto o inapropiado. Mientras tanto, en las revistas académicas abundan los debates sobre la representación antropológica, es decir, cómo comunicamos los pensamientos y las vidas de nuestros sujetos. Entonces, żquién es el autor de una historia de vida grabada y transcrita como Me llamo Rigoberta Menchú? żLa persona que la cuenta o el intermediario que la adapta para su publicación? La respuesta obvia parece ser el narrador, puesto que se trata del equivalente oral de una autobiografía, un género conocido en América Latina como testimonio. Pero el narrador no está capacitado para producir el libro por sí mismo. Las múltiples funciones del intermediario -plantear las preguntas que se deben responder, transcribir las respuestas de una grabación, reordenarlas para comunicárselas a una audiencia extranjera, editar las pruebas, corregir la gramática y firmar un contrato para su publicación- complican la cuestión de los derechos de autor. En el peor de los casos, el intermediario puede tomarse tantas libertades que resulta siendo el autor. Aun un intermediario fidedigno tiene que tomar tantas decisiones que adquiere ciertos atributos de autor. En el caso de Me llamo Rigoberta Menchú, la persona que hizo el contrato con Ediciones Gallimard de París para administrar los derechos mundiales fue Elisabeth Burgos. Su nombre no aparece en la portada de la edición actual en inglés, apareciendo sólo como editora, aunque figura prominentemente en ediciones anteriores. Quién escribió el libro es un tema que ha sido debatido por los académicos y que ha hecho reflexionar a los lectores. También a la premio Nobel, que a veces afirma haber ejercido control editorial sobre el texto así como sobre el testimonio, y que a veces lo niega. ŤEl libro fue idea de Arturo Taracena, un amigo muy querido, un historiador latinoamericanoť, explicó cuando recibió el premio de la paz. ŤÉl me animó a escribirlo. Para mí fue una tarea dolorosa, después de haber tenido unas experiencias tan horribles revivirlas para contarlas. Además tenía miedo de que nuestras historias terminaran siendo un panfleto, que fueran publicadas durante un tiempo y olvidadas después. Por eso decidimos trabajar con Elisabeth Burgos-Debray, una mujer maravillosa con un nombre muy conocido. En realidad, el libro es el resultado de un trabajo colectivo. El primer paso fue grabar durante doce días, doce días muy difíciles. Por aquel tiempo, mi espańol era muy malo. Apenas podía hablarlo, mucho menos leerlo. Con el apoyo de muchos amigos de los grupos de Solidaridad con Guatemala, se hicieron las transcripciones y me volvieron a leer el texto. De este modo pude oír lo que estaba escrito. Por supuesto, dejamos fuera muchos testimonios, testimonios que yo pensé que podríamos guardar para el futuro en lugar de publicarlos en aquel momento. Y además yo estaba inhibida porque nuestros padres nos dicen que hay cosas que es mejor no decirlasť.{7} Esta versión de los acontecimientos es muy diferente a la de Elisabeth, y también difiere de otras dos explicaciones que ha dado Rigoberta. A raíz de su historia de vida de 1997, La nieta de los mayas, la laureada reiteró que había ayudado a redactar el texto final de Me llamo Rigoberta Menchú. Sin embargo, poco antes de que apareciera su nuevo libro, se enojó durante el transcurso de una entrevista y acusó a Elisabeth de haberla excluido de la redacción del testimonio de 1982.{8} Una tercera versión de Rigoberta acusa a Elisabeth de sustituir las historias de vida de otras personas por la suya propia. Esta última explicación, inédita, era la que proporcionaba el personal de Rigoberta en 1993. Según esta versión, Elisabeth no había entrevistado únicamente a Rigoberta, sino a cuatro o cinco exilados mayas más. Presuntamente, Elisabeth unificó después todas las historias bajo el nombre de Rigoberta, para tener un testimonio más dramático. A pesar de que Rigoberta y los demás habían aceptado esta decisión, ahora, al parecer, no estaban conformes con ella. Esta última versión de los hechos, la hipótesis de los múltiples narradores, explicaría la amplia gama de experiencias personales recogidas en Me llamo Rigoberta Menchú. Un grupo de personas expresando sus testimonios podía proporcionar experiencias que Rigoberta no tenía. Después Elisabeth pudo haber destilado el testimonio de cuatro o cinco personas en la historia de una sola, sobreviviente y militante. Sin embargo el libro no sólo es un compendio de demasiados episodios como para haber sido vividos por una sola persona. Capítulo tras capítulo, integra también paradigmas revolucionarios, substrayendo los elementos que los contradicen. Para satisfacer las expectativas de que los conflictos de tierra son entre los virtuosos campesinos mayas y los maléficos finqueros ladinos, alguien exageró los problemas de Vicente Menchú con los finqueros ladinos de Soch mientras que omitió los que tenía con sus parientes políticos k'iche's de Laguna Danta. żQuién fue este alguien? Parece inverosímil que fueran los otros presuntos colaboradores mayas, lo que nos deja con una de las dos personas con las que empezamos. Pudo ser Elisabeth la que decidió omitir toda referencia con el pleito con los Tum, el Cuerpo de Paz y el internado. Pudo haber sido Elisabeth la que convirtió a Vicente Menchú en el fundador del Comité de Unidad Campesina. Pero si fue Elisabeth la que inventó el inolvidable testimonio sobre cómo murió Petrocinio en Chajul, o el inexorable retrato de Vicente en la clandestinidad defendiendo sus derechos, entonces Rigoberta perdería la autoría de su historia y del texto final. En vez de ello, se convertiría en el simple instrumento de una escritora extranjera, lo que desacreditaría Me llamo Rigoberta Menchú profundamente. No sólo no reflejaría su vida y la de su aldea tal como la recuerdan muchos otros, ni siquiera sería Rigoberta quien contó la historia.

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Gość eeeeeeeeeeeeetammmmmmmmm
o kej! ;) ale teraz idę spać sama! aha, nie mam na imię Magda :)

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Gość eeeeeeeeeeeeetammmmmmmmm
🖐️ 😴

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Gość eeeeeeeeeeeeetammmmmmmmm
:D 🖐️))) Śpij spokojnie rybaku 👄

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